sábado, 19 de abril de 2014

Noé e Hijo de Dios: Una crítica cristiana.





Semana Santa como siempre se ha dicho es (o solía ser) una época de reflexión, de oración y en gran manera época de películas bíblicas. Estas películas a veces controversiales y muchas veces aburridas resultan tan necesarias como las películas navideñas en diciembre o las películas de terror en octubre, por esta razón cada drama bíblico con un gran lanzamiento en las salas de cine se convierte casi de forma automáticamente en un hit de taquilla. Esta no fue la excepción de La Pasión de Cristo que en 2004 solo fue superada en recaudación de taquilla sólo por Shrek 2 y Spiderman 2 (dato wikipediay por supuesto tampoco ha sido la excepción de Noé e Hijo de Dios las dos películas de las que hablaré en esta entrada que en este momento se encuentran en las posiciones 8 y 11 de la taquilla del año.

Estas dos películas que a pesar de ser ambas dramas bíblicos resultan muy diferentes entre si, con orígenes y formas de realización muy diferentes y por supuesto con una búsqueda de un público muy diferente. Dos ideas totalmente contrarias que apuntan a un mismo punto exponiendo la complejidad de las leyes bíblicas y los planes superiores de Dios.






Hijo de Dios. (Director: Christopher Spencer)

Nacida de los recortes de los últimos 5 capítulos de la miniserie de History Channel La Biblia, Hijo de Dios se convierte en un intento fallido de condensar una historia de 6 horas en 2 horas y 20 minutos en los que tristemente la película se convierte en una especie de "Jesucristo para Dummies" dejando la narración de la primera mitad de la película en manos de unos cuantos eventos (los más famosos) de la vida del sonriente Jesús interpretado por Diogo Morgado que en ocasiones luce más como Brad Pitt que como el judío que era Jesús, la escena del Sermon del Monte se convierte en la escena mejor elaborada de la primera mitad de la película por la interesante interpretación que hay de cómo pudo haber ocurrido este hecho sin embargo no se dejan de omitir escenas importantes de la historia de Jesús como la de su tentación por parte del diablo en el desierto (que ridículamente fue omitida por el parecido entre el actor que interpreto al diablo en la serie y el presidente Barack Obama) y le dan una carga de aburrimiento a momentos claves como el de la última cena.


Los diálogos de Jesús se limitan a frases de una línea tomadas de La Biblia, de manera que toda la carga narrativa de la película recae sobre los personajes secundarios (que si tienen diálogos extensos, como si a Jesús no se los pudieran poner) sobre todo a los "villanos" Caifás y Poncio Pilato que a diferencia de los apóstoles parecen creerse sus papeles y como nunca en una película de Jesús dan un acercamiento al universo político que se movía alrededor de la crucifixión de Jesús y que siempre ha sido pasado por encima.

Afortunadamente después de la primera mitad, nos encontramos con las escenas de la crucifixión y la tortura de Jesús, las cuales se vuelven atractivas por el buen manejo de cámara que tiene y la credibilidad que transmite sin llegar a los extremos enfermizos de Mel Gibson. 



Noé. (Director: Darren Aronofsky)

Al igual que otras películas anteriores del director Darren Aronofsky (Requiem for a Dream, El cisne negro, The Wrestler) Noé relata la historia de un protagonista obsesivo, en este caso por la obediencia. Basado en la famosa historia de Noé de La Biblia, (que no cubre más de cuatro páginas), Aronofsky realiza una obra épica 2 horas y 20 minutos. Sin esperar en ningún momento una adaptación literal del pasaje bíblico (que sería un simple cortometraje) y teniendo claro lo necesario que resulta en este caso agregar elementos a la historia para colmar su brevedad, enriquecer la película y darle una mayor complejidad, como la historia de la creación, el crimen de Caín e incluso los conflictos familiares y personales de la familia de Noé. Estos elementos resultan ser claves para la historia y ayudan tanto a la progresión de esta que incluso en muchos momentos se vuelven más importantes que la misma arca y los animales que hay dentro de ella.


Sin embargo, estos elementos extras en la película cargan en algunos momentos la película de simbolismos innecesarios y poco convincentes. Ángeles caídos que se convierten en hombres roca gigantes más dignos de La historia sin fin, personajes ancianos con poderes mágicos, elementos de color oro con propiedades mágicas que inundan la pantalla y sobre todo la exageración (también simbólica) de los vestuarios y utensilios anacrónicos que van desde máscaras fotosensibles, telas con encaje, pistolas de fulminantes y un largo etcétera en los vestuarios de cada uno de los personajes que aparecen en pantalla. 

Todos estos elementos convierten sobre todo la primera parte de la película en un drama fantástico que se trate o no de una obra de ficción resulta poco creíble y se complementa con una saturación de efectos que desde el primer minuto cuando sale la serpiente que tentó a Adan lucen poco reales. Esa primera parte de la película termina con una pelea "épica" que a pesar de iniciar al estilo de batalla del Señor de los anillos con legiones gigantes luchando entre sí, se vuelve una batalla digna de un héroe de acción de los años 80 con un  Russell Crowe convertido en un guerrero indestructible que puede pelear solo son ninguna razón con grupos de 40 personas.  La segunda parte de la película sostiene todo el valor que la película tiene y le da a Aronofsky la oportunidad de mostrar sus tremendas habilidades como director principalmente de historias psicológicas, no sólo porque por fin estamos ubicados en un universo creíble sin exageraciones mágicas, sino por el dilema moral que se plantea alrededor de la idea del diluvio como elemento destructor no de la creación pero si de la raza humana y como esta idea afecta a los pasajeros humanos del arca, convirtiéndolos en víctimas de sus propios impulsos humanos que se debaten entre lo correcto y lo incorrecto y dan como resultado a un protagonista convertido en antagonista sin querer serlo que de la mejor manera posible sólo obedece a sus instintos reflejados en obediencia y obsesión. 




Estas dos películas aunque tratan de convertirse en el nuevo aire del cine bíblico (junto con Exodus que se lanzará en Diciembre en Estados Unidos) a mi modo de ver resultan simplemente como experimentos ya sea comerciales o personales pero que tristemente no tienen valores agregados dignos de ser recordados constantemente que hagan sentir o convertir las historias en clásicos.  Probablemente tienen la fortuna de revivir cada año en semana santa por la televisión. Sin embargo todavía creo que se pueden hacer películas bíblicas de calidad narrativa, visual, actoral e incluso comercial como lo fue la super clásica Ben-Hur del año 1959, pero este no fue el caso ni de Hijo de Dios ni de Noé.



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