A mediados de los años 50s un hombre llamado L. Ron Hubbard fundo un movimiento "religioso" llamado cienciología este movimiento consiste en una serie de prácticas y enseñanzas de mejoramiento personal y autoayuda por medio de creencias como un uso avanzado de la imaginación, la recordación de vidas pasadas, la reencarnación y la motivación personal; a pesar de esto la cienciología cuenta con una cara negativa que pone a L. Ron Hubbard como un líder clasista, con intereses meramente lucrativos, que se contradice en sus enseñanzas y con costumbres y hábitos no precisamente ejemplares, esta cara negativa es la que Paul Thomas Anderson trata de mostrar en su película The Master.
The Master se puede definir como una película extenuante e incluso en algunos momentos extensa, Paul Thomas Anderson pone frente a la pantalla el rostro privado del líder de un movimiento filosófico que se vuelve religioso (el cual jamás es nombrado pero se sobrentiende cual es) llamado Lancaster Dodd (interpretado de manera impecable por Phillip Seymour Hoffman) y quien es observado desde el punto de vista de un hombre llamado Freddie Quell (interpretado por el desaparecido y controversial Joaquin Phoenix, en uno de los mejores papeles en su carrera) un joven alcohólico, adicto sexual y violento quien tiene un encuentro con Lancaster Dodd y se convierte en su protegido y casi hijo adoptivo, al punto de tener una relación más profunda con Dodd que su verdadero hijo Val Dodd.
A pesar de que la película cuenta con excelentes interpretaciones en los tres personajes principales: Freddie Quell, Lancaster Dodd y Peggy Dodd (la temperamental y centrada esposa de Lancaster quien se convierte en rival de Freddie, interpretada por Amy Adams) no es suficiente para lograr emoción y concentración total en la película, en algunos momentos específicos se logra esa emoción y atención momentos que se van agotando conforme la película avanza, encontrándonos con unas espectaculares secuencias iniciales en donde es presentado el personaje Freddie Quell, unos muy buenos momentos como la entrevista que Dodd le hace a Quell para entrar al movimiento y las secuencias de "autoayuda" de Quell, pero a medida que la película avanza estos momentos se van agotando hasta el punto de desaparecer.
Hay aproximadamente media hora que personalmente creo que le sobra a la película, recordé que a 127 Horas Danny Boyle le quito aproximadamente 40 minutos al final de la película porque sencillamente no funcionaban y se volvían extenuantes y eso es lo que sucede con la película de Anderson, una gran parte del metraje final de la cinta que no cuenta nada nuevo, ni interesante y además hace que nos olvidemos de todo lo que ha sido bueno hasta el momento incluidas las espectaculares actuaciones de Phoenix, Hoffman y Adams.
Una buena idea y una buena crítica hacia las religiones modernas, específicamente hacia la cienciología y una película que se disfruta en la primera mitad, pero que tal vez por tratar de centrase mucho e incluso tratar de sorprender con el personaje Freddie Quell cada vez pierde su dirección e interés (incluso en el mismo personaje) y se convierte simplemente en una experiencia extenuante.
Próxima Crítica: No (Director: Pablo Larraín)
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