La historia de Ciudad Delirio no se aleja de cualquier comedia romántica americana que se haya visto en un domingo de aburrimiento, en donde un hombre y una mujer que se conocen en un momento fugaz y pasajero de sus vidas quedan perdidamente enamorados el uno del otro pero durante hora y media tendrán que luchar con todo tipo de confusiones y situaciones que hacen pensar que es imposible que terminen juntos. Alrededor de la pareja principal un montón de personajes secundarios que se encargan de llenar la pantalla de estereotipos humorísticos y de pequeñas anécdotas relleno e inconclusas que permiten que la película no sólo se salve de caer en el aburrimiento sino de que cumpla con sus 100 minutos de duración de forma adecuada. El amigo gay, la tía imprudente, los ex esposos antagonistas que no tienen nada bueno, la hija graciosa y el adolescente conflictivo.
Las intenciones de comedia de la película resultan favorables siempre y cuando no sea por medio de la ridiculización de los personajes como sucede con el protagonista Javier (Julián Villagrán) personaje español que en la película deja su nativa España y escoge Cali (ciudad que conoció brevemente por razones laborales) como el lugar para olvidar su reciente, inexplicable e inconclusa separación matrimonial y de paso encontrar el amor y que tiene como única herramienta para hacer reír a la audiencia expresiones y movimientos "payasescos" sobre todo cuando trata de demostrar y convencer lo malo que es bailando salsa. Por otro lado otros personajes como la protagonista Angie (Carolina Ramírez) su ex esposo William (John Alex Castillo) y su papá "Vaso de leche"(Jorge Herrera) se encargan de dar buenas, graciosas y apropiadas interpretaciones tal vez porque como caleños que son se ven muy bien haciendo de personajes clásicos de la idiosincracia de esta ciudad y en el caso de John Alex Castillo su medido y divertido personaje, sin exageraciones ni humor forzado como ocurre con todos los demás, se convierte casi en el único personaje de la película que uno quiere ver todo el tiempo en pantalla incluso por encima de los protagonistas.
Un aporte valido al cine colombiano por parte de una directora española teniendo en cuenta la carencia que hay de cine musical en el país, a pesar del enorme significado que tiene para nosotros como colombianos la música, con todo y su enorme variedad. Sin embargo a pesar de eso la película no va más allá de una exposición tipo "esta es la Latinoamérica salsera" para el publico español, no solo por lo absurdamente básica y a veces inconclusa que resulta su historia sino por que en ningún momento la película deja de parecer un experimento para hacer que el personaje español Javier encaje en todo ese micro mundo de la salsa que tan bien se mueve en Cali. Razón por la cual me pregunto una vez más (como me ha pasado con todas y cada una de las adaptaciones fílmicas de los libros de Gabriel García Márquez) por qué estas historias que giran al rededor de las raíces culturales colombianas no son dirigidas por alguien colombiano que pertenezca a ese mundo que se quiere mostrar y lo pueda poner de una forma más apropiada frente a una cámara.
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